18.10.09

Como el pato, cagada tras cagada.

Ayer me mandé varias.
Una : salir de la cama para ir a ver casas de alquiler.
Dos: pintar.
Tres: fumar.
Cuatro: llamar a un amigo para que me venga a socorrer de mi tristeza.

En la primera , obtuve algo a cambio, conocí a Quelo, su casa atiborrada de porquerías, su peluquería y su pata de metal.


También un par de fotografías: a las que
debí hacerle más caso.
Esta la tomé cuando salía de lo de Quelo, y caminaba sin rumbo fijo o , mejor dicho, evitando el hospital Velez Sarfield.
debí hacerle caso a la siguiente que me advertía algo:

aunque hubo muchas señales en mi camino, yo no le dí bola: yira yira por ejemplo:




2 comentarios:

Patricia dijo...

No, Diana, te falta mucho para encontrar esa puerta, los ciclos hay que respetarlos, tienen su sentido. Está bien extrañar la presencia de los que se van, pero también hay que darles nuestra presencia a los que nos corresponde dársela. Arriba ese ánimo, qué tanto!

Danixa Laurencich dijo...

bueno Patricia, a veces es una tentación, cuando las cosas viene tan mal paridas, uno busca las puertas, porque intento pasar de las ventanas abiertas como decía ese film tan bello: the new hampshire hotel, la viste?